Lista negra

En la localidad coruñesa de Sada son notorias su desastrosa planificación urbanística y su movida adolescente. Su ex-alcalde Moncho, más famoso por su eslóganes electorales que por su eficacia y más preocupado por erradicar copas que ladrillos, adoptó hace años dos medidas entonces pioneras:

Prohibió el consumo de alcohol en la vía pública.
Creó una brigada especializada dentro de su policía local, conocida como "Unidad de Seguridad Ciudadana" o "Patrulla de Noche", encargada de vigilar las zonas de copas y evitar el botellón.

Pues bien, al parecer esta patrulla conservaba un fichero "extraoficial" con fotografías y completas fichas de los asiduos a la noche sadense, menores incluidos. Y el actual regidor de la localidad ha denunciado públicamente su ilegalidad, coincidiendo "casualmente" con el encarnizado conflicto laboral que enfrenta a los agentes y al gobierno municipal. Lo que no deja de tener su gracia, puesto que las potestades para subsanar cualquier irregularidad residen en la propia Corporación. A partir de ahí, revuelo social y multitud de cábalas: que si el fichero almacenaba información de carácter político, que si la AEPD nada sabía de su existencia, que si la policía local no tiene competencias de seguridad ciudadana, que si la abuela fuma...

Los que conocen el modus operandi de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad saben que no siempre almacenan toda su información en bases de datos "oficiales". Es muy frecuente que cada agente conserve anotaciones personales de ciertas conductas o infracciones menores, de cara a su utilización en caso de necesidad: Fulanito trapichea con hachís, Menganito está en todas las bullas... ¿Cómo encuadrar esta realidad en nuestra legislación de Protección de Datos? No es sencillo, pero en todo caso se hace necesario encontrar (una vez más) un adecuado equilibrio entre seguridad e intimidad. Y si los ficheros policiales de Sada no respetan este equilibrio, ya se sabe: mano dura.