Dejando a un lado sus proyectos, Itxu siempre supo escribir. Lo hacía muy bien, de hecho. Hasta creo recordar que ganó algún premio infantil de relato corto... Con los años su pluma se ha ido afilando y, además de haber publicado ya dos libros, nos hace disfrutar semanalmente tanto con sus colaboraciones en su amado Popes80 como con sus ácidas columnas en El Confidencial Digital. Desde hace unos días, una nueva obra suya ocupa los estantes de nuestras librerías: Un ministro en mi nevera. Tras una recopilación de artículos y una novela, mi polifacético amigo nos sorprende ahora con una crítica, tan demoledora como hilarante, de la clase política que nos ha tocado en suerte padecer. Extracto a continuación uno de sus párrafos. Juzguen ustedes mismos:
"Las televisiones públicas, como las farolas y los bancos de la calle, son de todos. O eso dicen. Eso tiene muy pocas cosas buenas y muchas malas. La principal consecuencia es que las cosas de todos las pagan todos. La siguiente consecuencia es que las cosas de todos no las pueden controlar todos, porque es materialmente imposible, así que las controlan unos pocos. La última consecuencia es que esos pocos hacen con las cosas de todos lo que les da la gana bajo el pretexto de que eso es lo que más conviene a todos. Así, gobierno tras gobierno, con la palabra «imparcialidad» siempre al borde de la boca de algún político, y con «manipulación» al borde de la del otro, avanza Televisión Española. Un clásico debate que no envejece, si acaso, destiñe.":: Noticia de la publicación en Popes80
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