El panorama electoral gallego era evidente: o Don Manuel obtenía de nuevo la mayoría absoluta, o nacionalistas y socialistas se coaligarían para dirimir el destino de Galicia en los próximos cuatro años. Lo que según las encuestas iba a ser una clara derrota del Partido Popular se transformó, a la postre, en el resultado electoral más ajustado de la historia en la tierra de Rosalía. Y fueron los emigrantes, los gallegos de la diáspora, los que tuvieron la última palabra, confirmando los resultados conocidos el 19-J. Al final, el PP se quedó sin la mayoría absoluta por 8.000 votos en la provincia de Pontevedra, y el giro gallego a la izquierda se consumó.
¿Las consecuencias? Imprevisibles. Es evidente que una reelección de Fraga, a sus 82 años, habría chirriado en cualquier oído medianamente inteligente. Pero no lo es menos que el ascenso al poder de un nacionalismo a la baja es, cuando menos, preocupante. Veremos lo que pasa: de momento, se están repartiendo las consellerías siguiendo la línea fijada por el BNG en los ayuntamientos en los que comparte gobierno con el PSOE: cultura para nosotros, y de paso alguna cartera “de las que mueven pasta”. Y Touriño presidente, por supuesto. Por lo demás, la prensa madrileña ya compara a Anxo Quintana con Carod-Rovira. ¿Desafortunado? Sin duda. ¿Exagerado? Ya se verá.
¿Las consecuencias? Imprevisibles. Es evidente que una reelección de Fraga, a sus 82 años, habría chirriado en cualquier oído medianamente inteligente. Pero no lo es menos que el ascenso al poder de un nacionalismo a la baja es, cuando menos, preocupante. Veremos lo que pasa: de momento, se están repartiendo las consellerías siguiendo la línea fijada por el BNG en los ayuntamientos en los que comparte gobierno con el PSOE: cultura para nosotros, y de paso alguna cartera “de las que mueven pasta”. Y Touriño presidente, por supuesto. Por lo demás, la prensa madrileña ya compara a Anxo Quintana con Carod-Rovira. ¿Desafortunado? Sin duda. ¿Exagerado? Ya se verá.
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